El Banco de España advierte de que el 8% de la financiación está al borde de ser considerada morosa
La banca española mantiene la calma respecto a las ratios morosidad, que pese a permanecer todavía como “riesgo latente” han empezado a encender las alertas, una vez que las medidas de contención y los estímulos financieros comienzan a remitir en el mismo grado que los riesgos de impagos en hogares, autónomos y pymes aumentan. Así, dos años después del inicio de la pandemia no han desembocado en una generalización de la morosidad, pero esta situación puede cambiar con rapidez.
El Banco de España ha hecho pública la actualización de su Informe de Estabilidad Financiera, que analiza la situación de la banca, de las finanzas públicas y de sectores financieros no bancarios -como el inmobiliario- pero con incidencia directa en los financieros del país. Según sus conclusiones -hasta el cierre de 2021-, el supervisor bancario español advierte del peligro crediticio que se avecina, ya que cerca de 94.000 millones de euros se han situado al borde de ser considerados morosos. Esto equivale al 8% de la financiación concedida a empresas y hogares, a un crecimiento del 1% desde el pasado mes de junio y del 14% en los últimos doce meses.
Así, el supervisor bancario alerta de que el intenso aumento de la inflación por culpa de los precios de la energía podría “comprometer la capacidad de repago de las deudas de los hogares de rentas bajas” y advierte de que la persistencia de la inflación en niveles elevados está “erosionando la renta de las familias” y restando “dinamismo a la recuperación del consumo”.
Pone especial énfasis en los créditos de “vigilancia especial” -aquellos que muestran un claro aumento del riesgo, pero no se ha producido un impago-, sobre los que advierte que han crecido notablemente, sobre todo los “concentrados en los sectores de actividad más afectados por la pandemia″. Los préstamos y operaciones de refinanciación o renegociación entre clientes y bancos -vinculadas a posibles casos de morosidad- aumentaron más un 14% en 2021, en contraposición con la caída superior a un 9% registrada en 2020.
Aunque el Banco de España reconoce que la morosidad (créditos dudosos) sigue en niveles relativamente bajos y con una tendencia decreciente en 2021, los préstamos puestos en “vigilancia especial” han aumentado considerablemente. Entre los dos estadios -morosidad y vigilancia-, la cifra manejada se acerca a los 94.000 millones. De ellos, 61.046 millones correspondían a empresas -el 12,4% del total y un 25,7% más que al cierre de 2020); otros 31.408 millones estaban en manos de familias -5,1% y 1,7% respectivamente- y el resto estaban concedidos a sociedades financieras no bancarias. Si estos datos se ponen en línea, muestran que los de vigilancia especial son mayoría sobre los que están en mora: 49.000 millones -un 4,2% del total de créditos-, de los que 27.000 millones correspondían a empresas -con una morosidad del 5,3%- y 22.000 millones a hogares -3,7% de impagos-.
Asimismo, los préstamos refinanciados suponen una alerta añadida. Muchos de ellos son créditos avalados por el ICO, que pasaron a tener un periodo de carencia mayor y, por tanto, mantienen las dudas sobre cómo evolucionarán a medida que se acerquen las fechas de pago, lo que sucederá en la mayoría de casos desde el presente mes de abril y hasta septiembre. De la financiación concedida por los bancos con avales del Estado durante la pandemia ya hay 3.000 millones impagados, lo que supone una tasa de morosidad del 3,5%, pero en vigilancia especial se encuentran unos 17.900 millones de préstamos con avales del ICO, más del 20,2% del volumen concedido.
Ese riesgo de impago, en el caso de materializarse, no sólo afectará a los bancos sino al propio Estado por el respaldo de cada operación, lo que provocará un aumento tanto de la deuda como del déficit público al asumir esas pérdidas. Por esta razón, el organismo supervisor insiste en la importancia de que los bancos “no liberen las provisiones dotadas durante la pandemia” para hacer frente a ese previsible aumento de la morosidad. También advierte de que la situación macrofinanciera ha seguido mejorado, pero aún “persisten riesgos sobre la evolución de la pandemia, la elevada y persistente inflación y ahora también el riesgo geopolítico por la invasión rusa de Ucrania”.
En este sentido, los principales riesgos que enumera el Banco de España para el sistema financiero español destacan el incremento de los riesgos geopolíticos, unos niveles de inflación más elevada y persistente, la evolución de la pandemia, la debilidad financiera de ciertos segmentos de hogares y empresas o el elevado endeudamiento público.
Sobre los elevados niveles de déficit y endeudamiento público, el Banco de España ha advertido de que este factor hace a la economía española vulnerable al deterioro de las condiciones de financiación y limita el espacio fiscal para reaccionar ante la materialización de nuevos riesgos. En particular, señala que esta “vulnerabilidad” se puede hacer más evidente en un “contexto de elevada incertidumbre como el actual”, en el que se pueden producir “episodios de aversión al riesgo asociados a deterioros adicionales de la situación geopolítica”.
En este contexto, el organismo ha reiterado la necesidad de abordar el diseño de un programa de consolidación fiscal a medio plazo que permita contener y reducir las vulnerabilidades asociadas al alto endeudamiento público, para su aplicación una vez la recuperación sea sólida. Este programa debería definir de forma detallada los plazos y medidas que serán necesarios para su consecución, poniendo especial énfasis en la composición del ajuste entre los ingresos y los gastos, que resultará clave para determinar su impacto sobre el crecimiento económico. “Cuanto más se tarde en anunciar medidas que contrarresten el actual déficit estructural y los crecientes gastos por el envejecimiento poblacional, más probable será que los agentes comiencen a desconfiar de la aplicación efectiva de dichas medidas o más probable será la aparición de una nueva perturbación económica negativa, a la que nuestra economía se enfrentaría con una limitada capacidad de maniobra”, ha avisado el Banco de España en su informe.
Asimismo, considera que las medidas de estímulo fiscal que se están aprobando para hacer frente a la situación actual deben mantener un carácter selectivo y focalizarse en los agentes más vulnerables y afectados por el incremento de la incertidumbre y de los precios de las materias primas. Además, cree que las reformas estructurales que mejoren el crecimiento potencial de la economía deben ser un complemento fundamental de esta estrategia.
FUENTE: LA RAZÓN
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