El primer efecto de las alzas se verá en el encarecimiento de los préstamos, especialmente los hipotecarios
El año 2022 será el del fin de una política monetaria atípica en el Viejo Continente. El Banco Central Europeo (BCE) comenzará en julio la normalización de los tipos de interés con la primera subida en 11 años, del 0,25%, y se guarda para septiembre otro incremento que no descarta que sea incluso mayor, según anunció este jueves su presidenta, Christine Lagarde.
Así, para la vuelta del verano, se habrá cerrado la era de los tipos negativos, algo que no entraba en ninguna quiniela pero que se ha mantenido durante ocho años. El giro de timón era previsible y afectará al bolsillo de los consumidores: por un lado, con subidas de los costes de financiación, que puede frenar el gasto. Y también con otros efectos positivos como la vuelta de la rentabilidad por los depósitos o si consigue moderar la inflación. Aunque el Eurobanco matiza que estos efectos no serán inmediatos con la primera subida de 25 puntos básicos.
Hipotecas más caras
Donde antes se va a notar la subida de tipos es en las hipotecas. De hecho, ya lo hace desde hace un trimestre, cuando el mercado empezó a descontar las alzas por los mensajes que deslizaba el BCE. El indicador al que se referencian la mayoría de estos préstamos es el euríbor a 12 meses, que en abril retornó a positivo. “Lleva meses creciendo porque el mercado descontaba estas subidas. Esto afectará a la familia tipo española, porque tienen la hipoteca como el mayor de sus gastos”, explica Leopoldo Torralba, economista de Arcano Economic Research. Una tendencia que no se va a detener ahora que ya existe el calendario del Eurobanco.
Pese a ello, hay que distinguir entre diferentes hipotecas, ya que no afectará a todas por igual. Sobre las que ya existen, el zarpazo lo sufrirán aquellas que tienen un tipo variable y referenciadas al euríbor. Según la Asociación Hipotecaria Española (AHE), a finales de 2021 España contaba 5,5 millones de hipotecas vivas y tres cuartas partes (4,1 millones) tenían un interés variable. Y se estima que la mayoría de préstamos variables (alrededor del 90%) están vinculados al euríbor a 12 meses. Esto significa que periódicamente (normalmente, una vez al año) se recalculan las cuotas en función de cómo haya cambiado el índice desde la última revisión. Y eso, con el paso de los meses, acabará en un encarecimiento de estos créditos. Si se compara con el año anterior, el pasado diciembre el euríbor acabó en el -0,502%, la segunda media más baja de la historia. Nada que ver con lo que se prevé para este año, al estar ya en terreno positivo y picando al alza. “El mercado espera que se alcance un euríbor a 12 meses alrededor del 2% para 2024, con una subida gradual hasta llegar ahí”, recuerda Torralba.
Las hipotecas a tipo fijo ya contratadas quedan exentas de estos vaivenes. Sin embargo, las nuevas que se formalicen ahora pagarán también esta subida, ya que los bancos han empeorado estas ofertas y mejorado el diferencial en las hipotecas a tipo variable para protegerse de la subida anunciada por el BCE (y de lo que quede por venir).
Crédito al consumo
El crédito al consumo será el otro gran apartado en el que se dejará sentir un incremento de los gastos. En resumen, todo lo que sea pedir financiación se encarecerá, de ahí el riesgo de que una subida abrupta suponga un freno al consumo y, por ende, a la economía. En el caso de estos préstamos, de menor cantidad que los hipotecarios, no aumentarán su precio por revisiones anuales, ya que estos suelen tener un mayor componente fijo.
Pese a ello, el golpe llegará. Y lo hará en los que se concedan a partir de ahora, que tendrán un diferencial superior al actual. “Afectará a los nuevos préstamos porque su precio se marca en función de los tipos de interés”, añade Torralba. Un varapalo que también se dejará sentir en las empresas con una rebaja de su capacidad de inversión.
Rentabilidad del ahorro
Hasta este punto, todos los elementos tenían en común un incremento de los costes como efecto de la subida de tipos. Sin embargo, habrá apartados que si se cumple la teoría acabará beneficiando a los consumidores. Por ejemplo, a los que tengan ahorro. Si para las personas que estén endeudadas —o necesiten hacerlo— les supondrá un gasto mayor, para los ahorradores la subida de tipos será una bombona de oxígeno. “Son dos caras de la misma moneda: mientras unos pagan más por su pasivo, otros recibirán más dinero con activos de riesgo reducido”, explica el economista de Arcano.
De esta forma, se acelerará la vuelta de la rentabilidad en los depósitos. Así como otras alternativas de inversión entre las que destacan los bonos del Estado, que recuperarán atractivo al pagar un interés mayor —el reverso de ello es que a las arcas públicas le costará más pagar la deuda como se refleja ya en el crecimiento de la prima de riesgo—. Esto, en la práctica, fomentará el ahorro, algo que hasta ahora estaba penalizado: será más atractivo mantener ese dinero varado con una rentabilidad garantizada antes que moverlo hacia inversiones de mayor riesgo o de dedicarlo al consumo.
Guerra contra la inflación
El motivo principal de la subida de tipos es el de contener una inflación disparada, especialmente por la crisis energética generada desde la ofensiva de Rusia sobre Ucrania. “La elevada inflación es un gran desafío para todos nosotros. El Consejo de Gobierno se asegurará de que regrese a su objetivo a medio plazo del 2%”, comenzó Lagarde en su discurso de este jueves. En España, el IPC acabó el mes de mayo en el 8,7% respecto al año anterior, cuatro décimas más que en abril.
Las nuevas previsiones del BCE apuntan que la inflación media en la zona euro para este año será del 6,8%, bajará al 3,5% en 2023 y al 2,1% en 2024. Un escenario en el que, según marca la teoría, la subida de tipos debe ayudar a alcanzar ese objetivo de que el incremento de los precios quede alrededor del 2%. “La prioridad número uno es luchar contra la inflación, que nos empobrece en el presente y condiciona nuestro futuro”, sostiene un portavoz de la Asociación Española de Banca (AEB).
Sobre el papel parece muy sencillo: se trata de ir subiendo los tipos hasta una tasa neutral. Es decir, aquella en la que no da impulso a la economía, pero tampoco la deprime. Un equilibrio muy difícil de conseguir y en el que cualquier traspié de los bancos centrales o pasada de frenada puede hacer descarrilar la actividad económica. De ahí los mensajes continuos del gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, que pide un proceso de subida de tipos “gradual”, evitando “movimientos abruptos”.
Así, las subidas de tipos que inicia el Eurobanco en julio es un cóctel muy complejo. Por un lado, reducirá consumo e inversiones. Y por otro, hará más rentable el ahorro y ayudará a moderar la inflación. La cuestión está en saber si el aumento de tipos consigue bajar tanto el IPC como para compensar el encarecimiento de los costes que supondrá para los hogares endeudados. “El equilibrio estará en que las alzas no sean exageradas y permitan bajar la inflación sin deteriorar la economía en exceso”, resume Torralba. Todo ello con un riesgo de fondo: la amenaza de que reste vigor a la creación de empleo y a la economía en su conjunto en un momento de mucha incertidumbre por la guerra de Ucrania.
FUENTE: EL PAÍS