La pandemia tendrá efectos económicos, ya se tramitan ERTE o
congelaciones salariales, y organizativos: el fin del presencialismo.
Cuando uno pregunta qué impacto tendrá la crisis del
coronavirus en el sector legal, en función de la respuesta, los analistas
pueden clasificarse en dos grupos: los disruptivos y los escépticos. Los
primeros defienden que la situación actual marca \"un antes y un
después\", y obliga a las firmas a dar un salto decisivo en su
modernización; no hay opción a no hacerlo. Los segundos, en cambio, relativizan
y recuerdan que el sector, gracias a sus servicios cíclicos y contracíclicos,
sobrevive mejor que otros a las crisis; y lo que funciona no tiene por qué
cambiarse. O dicho de otro modo: evolución, sí; revolución, no. En todo caso, en
lo que sí coinciden ambas corrientes es que nadie se librará de los ajustes. Se
avecinan tiempos duros también para los bufetes.
Más
trabajo a menos precio
La depresión económica que ya empieza a sentirse obligará a
los bufetes ajustar sus honorarios. Y ello, mientras la carga de trabajo se
mantiene o se incrementa, aunque, eso sí, desplazada a otras áreas: menos
operaciones, más laboral y más reestructuraciones. \"Precios más bajos,
plazos de pago más largos y mayor riesgo de impago\", apunta Miguel Ángel
Pérez de la Manga, socio de una consultora, que advierte de que muchos clientes
trasladarán a sus bufetes su falta de liquidez. Los despachos auguran que las
asesorías jurídicas de las empresas reducirán aún más su presupuesto. \"La
crisis nos afectará a todos\", remarca Mario Alonso, quien, no obstante,
matiza que golpeará con mayor crudeza a las firmas con estrategia de competir
en precios y no por marca o especialización.
Ajustes
de personal
La falta de ingresos tendrá efectos sobre las plantillas.
Los despidos, si bien no pueden descartarse, son la última opción, según
relatan diversos despachos. La razón: son traumáticos y tampoco los permite la
carga de trabajo. La alternativa es ajustar por la vía de congelar las
contrataciones y reasignar abogados entre áreas. O los expedientes de
regulación temporal de empleo (ERTE) que ya tramitan Pons y CCS.
Otros bufetes que se inclinan por la contención salarial. Es
el caso de Allen & Overy, que ha anunciado la congelación de sueldos de
abogados y staff, así como medidas que eventualmente pueden conllevar la
retención de parte de la retribución de los socios. El objetivo, explica el
despacho, es garantizar su liquidez. No es el único. Linklaters, Bird &
Bird y Pinsent Masons también estudian opciones similares y desde Fieldfisher
Jausas aseveran que, por prudencia, de momento \"no se plantean distribuir
beneficios\". En algunas firmas nacionales, los socios también han decidido
recortar su remuneración.
El
fin de la cultura del presentismo
\"Hemos probado el teletrabajo y funciona\", resume
Emilio Gude, socio y adjunto a la dirección de un despacho, para quien las
firmas, hasta ahora, han premiado en exceso el presentismo. En la misma línea,
Carlos de la Pedraja, vicedecano del IE Law School, opina que el confinamiento
forzoso puede acelerar el fin de esa cultura en los bufetes, pero alerta de que
los abogados, especialmente quienes lideran equipos, tendrán que formarse para
desarrollar nuevas habilidades de organización, seguimiento y control del
trabajo.
Sin embargo, los expertos consultados descartan que ninguna
organización pueda funcionar solo en régimen de teletrabajo. Lo que hace falta,
dicen, es encontrar un buen balance entre las tareas presenciales y las
desarrolladas en remoto. En Auren, relata Alonso, tienen establecido un máximo
de un 20% de horas en teletrabajo para no perder los beneficios del contacto
personal. Una idea que suscribe Pérez de la Manga. \"Se puede avanzar en
desagregar tareas y ver qué se hace mejor desde casa y qué en la oficina, pero
no podemos acabar la presencialidad\". Algún abogado se muestra mucho más
escéptico. \"También tras la crisis de 2008 se dijo que iba a cambiar todo
y al final volvimos a nuestra zona de confort: nos gusta mucho el
presentismo\", describe uno de ellos.
Impulso
digital
Natalia Martos, CEO y fundadora de un despacho Legal,
apuesta por que una de las grandes revoluciones que traerá la actual situación
es un incremento de la inversión en tecnología. Un proceso, no obstante, que
debe ir acompañado de otros cambios, como la implementación de un gestor de
proyectos digital, asevera. La profesora de Estrategia y Marketing Jurídico de
Esade, Eugenia Navarro, comparte esta visión. \"La crisis actuará como un
acelerador, será un revulsivo\", argumenta. Idea que remata Gude: \"No
hablamos de mejorar el sistema de videoconferencias, sino de un paradigma
superior. Cada abogado, con dos o tres aparatos, debe ser una unidad
productiva\".
Las
grandes sedes, en cuestión
La merma de los ingresos y el ahorro que permitirá el trabajo
en remoto, reflexiona De la Pedraja, llevará a las firmas a plantearse sus
costes fijos. Y, tras las nóminas, el gasto en alquiler es el segundo más
elevado. \"Quizás no sea necesario un puesto de trabajo por persona\",
sugiere Gude. \"¿Qué sentido tiene un local carísimo en el centro de la
ciudad, cuando tus clientes se están yendo a las afueras a edificios menos
ostentosos?\", se pregunta Martos, quien apunta que las empresas son
conscientes de que todos estos gastos engordan su factura.
Humanización
de la profesión
Resulta llamativa la coincidencia en que esta crisis también
puede ser un revulsivo para humanizar la profesión. De hecho, en los últimos
días, en algún gran despacho ha llamado la atención la preocupación que ha
mostrado su socio director por el bienestar, incluso, del personal de
secretaría y recepción. Para Martos, la explicación de este fenómeno está en
que \"el virus nos pone a todos al mismo nivel y nos enseña lo vulnerables
que somos\"
De la Pedraja comparte que la pandemia ayudará a desarrollar
la empatía, \"además de con el cliente, con el propio equipo\". Y
Navarro está convencida de que a corto plazo las organizaciones penalizarán
\"a quien actúe como un tiburón\" y premiarán a quien practique una \"cultura
colaborativa\". Esta humanidad no solo se sentirá a nivel interno. También,
señala Gude, a nivel corporativo, en forma de un reforzamiento de las políticas
de RSC.
En este punto, Mario Alonso se declara \"un poco
escéptico\", porque cuando hay una cultura \"muy arraigada\" de persecución
del beneficio, esgrime, \"eso es muy difícil de cambiar\".
El
reto de la cohesión
Más trabajo a distancia, en todo caso, plantea un importante
reto para las organizaciones: la cohesión de los equipos y el mantenimiento de
una cultura de firma. Para Pérez de la Manga, operando en remoto, el factor
cultural se robotiza; y según Alonso, un bufete que no cuida su identidad sufre
porque se muestra incapaz de retener el talento. \"Tenemos que encontrar
momentos de estar juntos y trabajar de otra manera la cohesión\", zanja
Gude. A la espera de ver cómo se articula tras el fin del confinamiento,
algunos despachos han reforzado las videoconferencias internas (incluso para
tomarse una cerveza cada uno desde su casa) como instrumento que permite
mantener más lazos que las llamadas de teléfono.
Una
oportunidad para los ALSP
Eugenia Navarro introduce un último elemento que puede
cambiar en el marco de esta crisis. \"Las restricciones presupuestarias y
las puntas de trabajo empujarán a algunas asesorías jurídicas a experimentar
con otros proveedores legales alternativos (ALSP, por sus siglas en inglés)
frente a los que, hasta ahora, se habían mostrado más reticentes\",
concluye.
GANAR
MENOS, INVERTIR EN LAS PERSONAS
Cuidado
de los profesionales. Emilio Gude, de Ceca
Magán, considera que, tras lo experimentado con esta pandemia, las firmas están
obligadas a replantarse las medidas de cuidado de sus profesionales.
\"Quizás tengamos que quedarnos un año sin bonus para constituir un fondo
de rescate para, si vuelven a venir mal dadas, tener un buen colchón para
proteger los puestos de trabajo\". Asimismo, el letrado relata cómo a
muchos de sus compañeros esta crisis \"les ha pillado con el futuro sin
solucionar\", y sugiere que desde las firmas se ayude a los profesionales a
organizarse fiscal y patrimonialmente, o se dediquen más recursos a planes de
pensiones o seguros de vida. El socio de un gran despacho opina lo mismo.
\"La diferencia con respecto a la crisis de 2008 es que esa se veía venir,
pero esto ha sucedido de un día para otro, y eso ha generado una incertidumbre
a nivel de gestión tremenda\". Por ello, también ve deseable que los
despachos prioricen contar con un presupuesto de emergencia sobre el reparto de
beneficios.
Cuidar
al cliente. En la misma línea, Carlos
de la Pedraja, del IE Law School, cree que es el momento de la
\"proximidad\" con los clientes. \"Hay que entenderles y hacer un
acompañamiento más íntimo, incluso gratis si hace falta o compartiendo riesgos,
pero la apuesta ganadora está en el estar ahí para la favorecer la
recuperación\", asevera. Desde los grandes despachos lo saben y, como
describe un letrado, en la situación actual el objetivo es \"proteger lo
que tienes, no es el momento de vender\". Este mismo abogado tampoco cree
que en estos momentos los clientes se planteen cambiar de asesoramiento
jurídico porque, en tiempos de máxima incertidumbre, nadie quiere empezar de
cero.
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